August 12, 2018
“Yo soy el Pan de Vida que ha bajado del Cielo”
(Juan 6:51)
Hace un par de domingos el Papa Francisco resaltó el espíritu de compasión de Jesús al ver el hambre de la muchedumbre que lo seguía. También recalcaba “la compasión del muchacho que lo llevó a ofrecer lo que tenía.” Para Francisco el Evangelio de Juan “nos muestra nuevamente a Jesús atento a las necesidades básicas de las personas.” Francisco dijo también “que Jesús no se limitó a dar comida para el cuerpo (sino que) le ofreció su Palabra, su consuelo, su salvación y finalmente su vida.” De allí que “nosotros, sus discípulos, no podemos ignorarlo.” Para el Papa Francisco “Solo escuchando las peticiones más simples de las personas y estando al lado de sus situaciones existenciales concretas, se podrá ser escuchado cuando se habla de valores más elevados.” Con palabras similares el Beato Papa Pablo VI que pronto será canonizado decía que “no podemos predicar el Evangelio a estómagos vacíos.” Que alegría reflexionar sobre este Evangelio en las vísperas de inaugurar nuestra despensa móvil de alimentos. De alguna manera toda nuestra parroquia con la ayuda de Caridades Católica de la Arquidiócesis de Nueva York va a contribuir a saciar el hambre de los pobres. De esta manera no somos espectadores distantes y tranquilos. El anuncio de Cristo, pan de vida eterna, exige un compromiso generoso de solidaridad con los pobres.
La primera lectura nos muestra como Dios sustentó a Elías en su paso por el desierto incluso con pan y agua cuando el profeta estaba ya dado por vencido. El sustento le sirvió para su peregrinar durante 40 días o el equivalente de un largo tiempo. Lo importante de este pasaje no tanto es la sobrevivencia de Elías cuanto la persistencia con que el Ángel de Dios visita a su siervo más de una vez. Así también nosotros estamos llamados a hacer el bien y llevar el pan, la libertad, la justicia, y la paz no solo una vez sino hasta que se consiga el fruto esperado ya sea en los hijos, familia, iglesia y comunidad.
San Pablo en su carta a los Efesios, segunda lectura, en cambio nos proporciona un listado de cómo debemos tratarnos unos a otros: “
Quítense toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sean benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándose mutuamente, como Dios también los perdonó en Cristo”. Aunque sabemos que esto no es fácil ni siempre posible, nos queda la posibilidad de mirar la bondad de los otros y así convertirnos en imitadores de Cristo.
El pan que Jesús nos da es el “Pan de Vida” que nos ayuda a sustentarnos en nuestro peregrinaje por la tierra. Sin pretender ser como el Profeta Elías, siempre su figura nos ayudará a saber que al igual que él, en tiempos de dificultad Jesús mismo quiere ser nuestro sustento. Que el Pan de Vida nos anime en los tiempos difíciles. Junto con el Papa Francisco recemos a la Virgen María, “para que en el mundo prevalezcan los programas dedicados al desarrollo, a la alimentación, a la solidaridad, y no los del odio, de los armamentos y de la guerra.
Padre Hern
á
n, S.J.