El momento de nuestra nueva parroquia ha llegado. Tenemos que hacer esta nueva parroquia un éxito a través de nuestro compromiso con un verdadero espíritu de unidad, cooperación y un deseo que nuestra fe común florezca.
Tuvimos gran éxito en nuestro primer esfuerzo a crear una parroquia fuerte y unificada. La celebración de la Fiesta de Nuestra Señora del Carmen el 12 de julio requirió la cooperación y trabajo duro de los feligreses de ambas parroquias. La fiesta grande después de la Misa era una maravillosa demonstración de unidad y reveló lo que es posible cuando todas las personas trabajan juntos para lograr un objetivo común. Este es el espíritu que tenemos que infundir nuestra nueva parroquia porque, francamente, nos enfrentamos muchos desafíos. Nuestra situación financiera no es fuerte. Tendremos que recaudar mucho dinero para satisfacer nuestras necesidades básicas. No tenemos el espacio que una parroquia grande y activa requiere para ofrecer todos los eventos y programas que queremos. Todos los miembros de nuestro equipo pastoral trabajan muy duro sin el apoyo que necesitamos para servirle mejor. ¡Es verdad, nos enfrentamos muchos desafíos!
Pero nos enfrentamos estos desafíos en el espíritu de la admonición de San Pablo en su carta a los efesios. “Hermanos; Yo, Pablo….lo exhorto a que lleven una vida digna del llamamiento que han recibido. Sean siempre humildes y amables; sean comprensivos y sopórtense mutuamente con amor; esfuércense en mantenerse unidos en el Espíritu con el vínculo de paz. Porque no hay más que un solo cuerpo y un solo Espíritu…un solo Señor…” Hay muchas diferencias que podrían dividirnos como una comunidad de fe. Por lo tanto, tenemos que recordar siempre la fundación de nuestra unidad. Somos uno en Jesucristo independientemente de nuestra raza, nuestra lengua, o nuestra clase social. Nuestra fe no está arraigada en un edificio o en un nombre. Está arraigada en nuestra profesión de fe en Jesucristo como nuestro Señor y Salvador. Esto es lo que nos une en toda nuestra diversidad maravillosa. En los días difíciles que vamos a enfrentar como una comunidad de fe, tenemos que recordar siempre la fuente de nuestra unidad y la fuente de nuestra fuerza. Es Jesucristo. Jesucristo es nuestro camino, verdad y vida.