January 21, 2017
Unidos en Cristo
¿Acaso Cristo está dividido? Esta pregunta provocadora de San Pablo en la segunda lectura de hoy nos invita, como cristianos, a reflexionar sobre como expresamos nuestra unidad en medio de nuestra gran diversidad.
En su primera carta a los Corintios, San Pablo comunicó una medida de frustración con las divisiones que habían ocurrido dentro de la iglesia de Corintio. Tristemente, San Pablo descubrió que había facciones dentro la iglesia y las personas declararon su lealtad a los líderes de las diferentes facciones. En respuesta, San Pablo hizo una pregunta muy directa: “¿Acaso Cristo está dividido?” Si hay un Cristo en quien todos los cristianos han puesto su fe entonces, ¿Cómo pueden existir divisiones dentro de la comunidad cristiana? San Pablo les recuerda a sus compañeros cristianos que Cristo murió en la cruz precisamente para reconciliar los miembros de la familia humana y reconciliar la familia humana con Dios. Por lo tanto, cristianos deberían tratar de vivir en paz los unos con los otros y mantener su unidad en Cristo.
Durante siglos, la iglesia cristiana ha sufrido el escándalo de división. La primera división fue entre las iglesias orientales y occidentales (los ortodoxos y los romanos). Mucho más tarde, hubo la Reforma Protestante que rompió la unidad de la Cristiandad Occidental. Después del Concilio Vaticano II en la década de 1960, nuestra iglesia católica enfatizó más un dialogo renovado con nuestros hermanos y hermanas en Cristo fuera nuestra iglesia. La atención prestada a este dialogo ha fluctuado durante los años pero hay un deseo fundamental de enfatizar nuestra unidad en Cristo y reconciliar las diferencias que nos dividen. Hemos reconocido también la importancia de trabajar juntos en las áreas de convicción compartida especialmente en las áreas de justicia social y más recientemente en nuestra preocupación común sobre el medio ambiente. Mientras que nuestras divisiones siguen siendo agudas, hemos mostrado que nuestra fe común puede unirnos en los esfuerzos de mejorar el bienestar de la familia humana y dar testimonio a lo que Dios desea para el pueblo de Dios. En esta manera, mostramos como nuestro amor común por Cristo es lo que nos une en nuestra diversidad.
¡Que sigamos orar por una unidad más profunda entre todos los cristianos!
Padre Marcos Hallinan, S.J.