June 23, 2017
Somos Pecadores - ¡Gracias a Dios!
En su carta a los romanos, San Pablo nos recuerda que como el pecado entró nuestro mundo a través de Adán, así que Jesús, el nuevo Adán, destruyó el poder del pecado una vez para todos a través de su muerte y su resurrección. ¿Cómo dominante es el poder del pecado en nuestras vidas hoy?
Somos pecadores. Esto es la verdad fea que algunas veces tratamos de evitar. En el pasado, había demasiado énfasis en la pecaminosidad de nuestra humanidad. Tuvimos una consciencia tan profunda de nuestra pecaminosidad que creíamos que la salvación solo estaba disponible para un grupo muy selecto de individuos. ¡En verdad, decidimos para Dios que la salvación no era posible para la mayoría de la humanidad! Pero, sabemos que esto no es verdad. Dios desea la salvación de todas las personas. Pero nuestra salvación no está garantizada. Jesús enfatizó este punto en los evangelios. Jesús nos recordó continuamente que no sabíamos el día ni la hora de nuestra muerte – el día de nuestro juicio. Esto es la razón que tenemos que tener un sentido de urgencia cada día en nuestros esfuerzos de vivir en fidelidad a los valores de Jesucristo – su compasión, su misericordia, su generosidad, su servicio y su fidelidad a Dios.
Cuando examine su vida hoy, ¿hay hábitos de pecado que requiere la misericordia y el perdón de Dios y también la gracia de liberación que viene de Dios? ¿Hay un hábito de chisme? ¿Hay un hábito de prejuicio o juicio? ¿Hay un hábito de usar palabras fuertes? ¿Hay un hábito de infidelidad en su relación con su cónyuge – en acción o pensamiento? ¿Hay un hábito de deshonestidad en su vida? ¿Hay un hábito de no tratar todas las personas con el mismo respeto? ¿Hay un hábito de no perdonar? ¿Hay un hábito de descuidar su relación con Dios y su fidelidad al camino de Dios? ¿Cuáles son los hábitos de pecado en su vida que requiere la gracia, la misericordia y el perdón de Dios?
¡La verdad maravillosa es que nuestra confesión de nuestra pecaminosidad es una fuente de liberación! A través de la gracia, la misericordia y el perdón de Dios, podemos ser liberados de los hábitos del pecado en nuestras vidas y así vivir en la esperanza cierta que un día compartiremos en la vida resucitado de Cristo para siempre.