September 11, 2016
Nos Alegramos en Nuestra Pecaminosidad
“…Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores…” Con esta declaración simple, San Pablo nos recuerde de una verdad central de nuestra fe que debe desafiarnos.
En la tradición cristiana, pensamos en San Pablo como el gran evangelista – la persona que era responsable principalmente de la propagación del evangelio cristiano. Celebramos la obra extraordinaria que realizó en colaboración con otros discípulos de Jesucristo. Le honramos como uno de los más grandes santos de nuestra tradición. Pero la verdadera grandeza de San Pablo fue su conciencia profunda de su propia pecaminosidad y el privilegio singular que recibió, como un pecador, para proclamar el evangelio de Jesucristo. Recuerde lo que San Pablo dijo: “…Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores,
de los cuales yo soy el primero.” La conciencia de San Pablo de su propia pecaminosidad era, en realidad, lo que lo mantuvo arraigado en Cristo. San Pablo nunca olvidó que sus logros sólo fueron posibles debido a la gracia, la misericordia, y la fuerza de Cristo. No era él, San Pablo, que realizó lo que hizo, sino que era Cristo trabajando a través de él, un pecador.
¿Compartimos la conciencia profunda de San Pablo de nuestra propia pecaminosidad? No significa que somos malas personas, pero simplemente que no vivimos en conformidad completa todo el tiempo a lo que Dios espera de nosotros. Pero, aunque somos pecadores, Jesús quiere hacer buenas cosas en y a través de nosotros como Jesús hizo cosas buenas en y a través de San Pablo. Jesús sólo puede hacer cosas buenas en y a través de nosotros si somos profundamente conscientes, como San Pablo era, de nuestra necesidad para su gracia, su misericordia y su fuerza en nuestras vidas. Reconocemos esta necesidad sólo si, como San Pablo, somos conscientes de nuestra pecaminosidad – nuestra incapacidad de vivir en fidelidad a lo que Dios espera de nosotros. Cuando confesamos nuestro pecado, cuando reconocemos nuestra pecaminosidad, abrimos nuestros corazones a la misericordia, la gracia y la fuerza de Jesucristo para que Jesús pueda hacer cosas buenas en y a través de nosotros como nos conformamos más fielmente a su vida y a su enseñanza.
¡Nos alegremos hoy en nuestra pecaminosidad porque puede ser el instrumento de la gracia de Cristo para nosotros!
Padre Marcos Hallinan, S.J.