January 18, 2015
La Gloria de Nuestros Cuerpos
"Glorifiquen…a Dios con el cuerpo.” Esta admonición fuerte de San Pablo merece nuestra atención y reflexión.
En la tradición cristiana, ha habido la tendencia a despreciar el cuerpo. Incluso hemos llamada el cuerpo malo o pecaminoso. El hecho es que nuestros cuerpos no son pecaminosos ni malos. Son regalos de Dios a nosotros. ¡Y nada que Dios crea puede ser pecaminoso o malo! La cuestión es, “¿lo que hacemos con nuestros cuerpos?” Siempre tenemos que recordar que como seres racionales – personas con la capacidad de pensamiento y reflexión – debemos controlar los deseos del cuerpo en lugar de permitir que esos deseos nos controlen o nuestro comportamiento. Por ejemplo, los pensamientos y deseos sexuales son muy poderosos en seres humanos y no parecen disminuir con la edad (como es evidente en la televisión en los anuncios interminables para la disfunción eréctil que incluyen parejas maduras). El desafío para nosotros es cómo dirigimos estos pensamientos y deseos en una manera que es adecuada a nuestro estado en la vida. No queremos permitir que estos deseos nos controlen para que usemos otras personas simplemente como objetos para satisfacer esos deseos. No queremos usar también la pornografía (que está fácilmente disponible en el internet) porque la pornografía transforma a las personas en objetos y fomenta las fantasías que no tienen una conexión con la realidad de las relaciones sexuales humanas normales y por lo tanto hace daño a esas relaciones. Pornografía también dirige nuestra atención dentro nosotros mismos cuando el acto sexual debería ser un acto que nos dirige fuera de nosotros mismos en un don total de nosotros mismos en amor a otra persona. La sexualidad humana es un regalo de Dios muy hermosa pero disminuimos esta belleza cuando usamos nuestra sexualidad humana en una manera que transforma a otras personas en objetos o cuando usamos este regalo en una manera que disminuye nuestra capacidad de dar un don total de nosotros mismos en amor a otra persona.
Glorificamos a Dios en el cuerpo cuando usamos el regalo de nuestra capacidad racional para controlar los deseos del cuerpo en una manera saludable, en una manera que refleja lo que Dios deseo para nosotros.
Padre Marcos Hallinan, S.J.