June 17, 2018
“El Reino de Dios es Como un Grano de Mostaza” (Marcos 4:31) Hoy celebramos el Día de los Padres o de todos aquellos que han hecho la figura de padres en nuestras vidas. Que dicha poder contar con un papá que es como un cedro majestuoso del que nos habla la primera lectura puesto que nuestros padres nos proveen consuelo y protección a todos los que hemos crecido bajo su cuidado. Cualquiera que hayan sido nuestras circunstancias, siempre podemos mirar a Dios, nuestro Padre Celestial, en quien vemos el ideal de todo padre ya que nos cuida, ama y siempre está dispuesto a perdonar. La liturgia parece querer introducirnos al verano ya próximo puesto que todas las lecturas están en el contexto de la naturaleza. El profeta Ezequiel tiene una visión de Dios que corta un racimo de cedro y lo planta en una montaña elevada donde crece como un árbol frondoso y florido. Marcos por su parte nos relata dos parábolas cortas que hacen referencia a la semilla plantada que en el caso de la pequeña semilla de mostaza crece hasta transformarse en un árbol “que echa ramas tan grandes que las aves del cielo anidan a su sombra.” Pidamos al Padre Celestial que así como escuchamos las lecturas permitamos que su Palabra tome raíces en nuestras vidas. Ezequiel profetizó durante el tiempo del exilio de Israel. Muchos israelitas habían perdido la fe que Dios les socorriera. El profeta les asegura que “Dios levantará en alto a su pequeño racimo y lo hará florecer.” Es un mensaje que conlleva la idea de siempre confiar en el Señor. San Pablo nos dice que caminamos por la fe y no por lo que vemos, esto es confiados en el Señor. De la misma manera Jesús nos habla de las semillas que producen fruto a su tiempo y se convierten en árboles grandes que incluso dan cobijo a las aves del cielo. La enseñanza común de las tres lecturas es confiar siempre en Dios. Las dos parábolas de Jesús en el día de hoy tienen en común de que son plantadas en la tierra. Podríamos pensar en aquellas semillas que han sido plantadas en nuestro interior. Pensemos en las cosas que nuestros padres nos dijeron cuando éramos pequeños. Pensemos en las directrices de nuestros jefes de tiempos pasados o quizá en algo que escuchamos en la Misa de la semana pasada. Esperamos que todo lo escuchado pueda algún día rendir su fruto y florecer. Pensemos finalmente como nuestras vidas pueden ser semillas que hacen florecer la vida de los otros. Pensemos en tantas cosas que podemos hacer con los empobrecidos de nuestro tiempo cuando les dedicamos nuestra atención, ayuda y cariño. Soñemos que podemos florecer en aquellos que son descartados de nuestra sociedad cuando hacemos algo para que sus vidas puedan florecer. Una y otra vez se nos dice que el Reino de Dios florece de una manera que no alcanzamos a visualizar. Que con la gracia de Dios seamos la semilla que florece y ayuda a florecer. ¡FELIZ DIA DE LOS PADRES! Padre Hernán, S.J.