December 4, 2016
El Dios que Vino a Nosotros en Jesucristo
En su segunda carta a los romanos para el segundo domingo de Adviento, San Pablo declara que nuestro Dios es un Dios de toda paciencia y consuelo. ¡Esto es buena noticia!
Dios de toda paciencia. Nuestras vidas son largas. Si no son largas en años, a menudo son largas en los desafíos que nos enfrentan. Algunas de nuestros feligreses luchan con enfermedades mentales. Otros luchan con dificultades financieras. Muchos de nuestros feligreses sufren la carga de ser inmigrantes sin documentos cuyo único deseo es para una vida segura aquí. Algunos de nuestros feligreses sufren de discapacidades crónicas. Es verdad, ¡la vida puede ser larga! Y la vida parece larga cuando tenemos que soportar nuestras cargas y sufrimientos sólo. La buena noticia de Adviento es que Dios vino a nosotros en Jesucristo para compartir completamente en nuestra experiencia humana. Como resultado, Dios sabe las dificultades que sufrimos. Dios sabe los sufrimientos que nos afligen. Por lo tanto, Dios quiere ser la fuente de nuestra paciencia. Dios quiere ser la fuerza que necesitamos para ser paciente con las cargas que son nuestras y para encontrar una medida de paz, tal vez alegría, en el conocimiento que Dios está con nosotros en todos los aspectos de nuestras vidas, pero especialmente en nuestros sufrimientos.
Dios de todo consuelo. Si la vida es larga, entonces necesitamos el consuelo para perseverar en nuestra fidelidad a Dios y al camino de Dios. Dios vino a nosotros en Jesús para mostrarnos el camino que debemos vivir si queremos compartir en la vida de Dios ahora y un día compartir en la plenitud de su vida para siempre. Jesús nos anima a hacer su camino de amor generoso y compasivo nuestro camino. Jesús nos anima a conformar nuestras vidas a su verdad que todos nosotros somos hermanos y hermanas el uno al otro y como resultado todos nosotros tenemos una responsabilidad para el bienestar de todas otras personas. Finalmente, nos anima a hacer su vida nuestra vida por las maneras que tratamos de encarnar en nuestras vidas su amor, su misericordia, su compasión, su generosidad y la bienvenida que les ofreció a todos. Cuando vivimos en esta manera, vivimos en la esperanza segura que nuestras vidas terminarán en gloria.
¡En este tiempo de Adviento, encontré la paciencia, la fuerza y el consuelo en el Dios que nos vino en Jesús!
Padre Marcos Hallinan, S.J.