February 19, 2016
El Amor Asombroso de Dios
“Y la prueba de que Dios nos ama está en que Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores.” Esta proclamación poderosa de San Pablo debe ser una fuente rica de reflexión para nosotros en esta temporada de Cuaresma.
La prueba de que Dios nos ama. ¿Por qué tiene que Dios probar su amor por nosotros? ¡Dios no tiene que probar su amor! Es extraño que pensemos que Dios tiene que probar su amor por nosotros. Cuando la vida es difícil, cuando un ser querido está muy enfermo, cuando no hay trabajo, cuando el peso de nuestras responsabilidades diarias es abrumador, pensamos que Dios debe probar su amor por nosotros; que Dios debe demostrar en una manera tangible su amor por nosotros. Cuando Dios no prueba su amor por nosotros en la manera que queremos entonces decidimos que Dios realmente no nos ama, o peor, que no hay ningún Dios. Siempre tenemos que recordar que Dios no tiene que probar su amor por nosotros. Somos creaturas de Dios, pero nuestro Creador tiene un amor profundo y personal para cada uno de nosotros. Las escrituras dan testimonio de las muchas diferentes maneras que Dios ha demostrado su amor por nosotros. La prueba más poderosa es que Dios se hizo carne en la persona de Jesús y murió por nosotros para liberarnos de la muerte y darnos la esperanza de la vida eterna.
Cristo murió por nosotros, cuando aún éramos pecadores. Somos pecadores. No somos dignos del amor que Dios tiene por nosotros. Esta es la verdad dura que todos nosotros tenemos que enfrentar en la Cuaresma. Pero el amor de Dios por nosotros es mayor que nuestro pecaminosidad. De hecho, Dios no tiene ningún interés en nuestro pecado sino que quiere liberarnos de nuestro pecado para que podamos compartir en la vida de Dios ahora y vivamos en la esperanza que un día disfrutaremos la plenitud de su vida para siempre. ¡El amor de Dios por nosotros es asombroso! En la Cuaresma, debe mantener un equilibrio entre un reconocimiento de nuestra pecaminosidad, nuestra infidelidad a lo que Dios espera de nosotros como sus hijos e hijas, y un reconocimiento del amor de Dios por nosotros – un amor que es siempre disponible sin condición.
¡Refleje sobre esta proclamación maravillosa de San Pablo en este tiempo de Cuaresma!
Padre Marcos Hallinan, S.J.