July 29, 2018
Comerán y sobrará”
(2 Reyes 4:43)
En este tiempo de verano en que la naturaleza nos posibilita la oportunidad de compartir al aire libre con amigos nos llega el mensaje de un Dios que es siempre providente. El verdor de los parques se presta para el juego, la diversión y la comida que siempre es abundante. Tanto el Profeta Eliseo como San Juan Evangelista nos hablan de comida y de abundancia. Jesús se presenta como el Pan de Vida.
Lo curioso de los dos relatos es que comienzan con cierta incredulidad, pero Dios que es siempre providente no deja a sus hijos hambrientos. Una vez más se repite el modelo de historias que se engrandecen con la presencia de Jesús. Si en la primera lectura el profeta Eliseo, hombre de Dios, alimenta a un centenar, en el Evangelio Jesús da de comer a cinco mil. Dios no se deja ganar en generosidad.
Si miramos tanto al Antiguo como Nuevo Testamento podemos notar que los milagros de la multiplicación del pan comienzan con dos personas que ni siquiera conocemos sus nombres. ¡En el NT lo único que sabemos es que es un muchacho dio lo que tenía, cinco panes y dos peces! Su generosidad fue multiplicada por Jesús para dar de comer a la multitud que lo seguía. San Ignacio, Fundador de los Jesuitas, decía que “Dios es siempre más grande”. La generosidad de una persona hace posible una abundante y mayor bondad de Dios.
En el relato de San Juan vemos que “Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió.” Es una muestra anticipatoria a su entrega sin límites hasta dar la vida por los demás. En cada Eucaristía celebramos a Jesús que es el “Pan de Vida” que se parte y se reparte. Que haciendo eco de la generosidad de Dios y de la abundancia de sus dones seamos capaces de entregar nuestras vidas para el servicio de los otros.
Padre Hernán, S.J.