October 19, 2015
“….Con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos, cargando con los crímenes de ellos.” Esta profecía simple de Isaías nos ofrece una fuente rica de reflexión.
A través del sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús, Jesús rompió el poder del pecado y la muerte y abrió para nosotros la posibilidad de la vida eterna. Hemos sido liberados de nuestra esclavitud al pecado para que podamos vivir en la libertad de los hijos e hijas de Dios. ¿Reconocemos nuestra necesidad de liberación del pecado? ¿Reconocemos que somos pecadores que necesitan la gracia transformativa de Jesucristo para disminuir el poder de pecado en nuestras vidas y vivir en la libertad verdadera que viene de fidelidad al camino de Dios? ¿Cuál es el pecado que sigue ejerciendo la influencia más fuerte en nosotros, que sigue esclavizarnos? ¿Deseamos ser liberados de esta esclavitud por la gracia del Cristo Resucitado? La verdad difícil es que el pecado nos da el placer y algunas veces carecemos de la voluntad de cambiar nuestras tendencias pecaminosas porque preferimos el placer transitorio que tal pecado nos da en lugar de aceptar el cambio difícil que es necesario para vivir en una manera que nos llevará a la felicidad verdadera que deseamos.
El sufrimiento y la muerte de Jesucristo tiene significado para nosotros de otra manera. Muchas personas experimentan el sufrimiento real y fuerte en sus vidas. Este sufrimiento puede ser el resultado de enfermedad, o la debilitación de vejez. El sufrimiento puede ser también el resultado de la lucha por obtener las necesidades básicas de vida, o la ausencia de lo que una persona necesita para vivir en dignidad. En nuestro sufrimiento, podemos creer que Dios nos ha abandonado. De hecho, Dios está más cerca de nosotros en nuestro sufrimiento porque Dios sabe cuánto necesitamos la fuerza y la gracia de Dios en nuestro periodo de prueba porque Dios ha experimentado nuestro sufrimiento en su Hijo, Jesucristo. En el sufrimiento y la muerte de Jesús, tenemos un recordatorio que Dios sabe lo que sufrimos y como resultado Dios es siempre con nosotros en nuestro sufrimiento. Dios es siempre presente en nuestros periodos de prueba para darnos la gracia y la fuerza que requerimos.
¡Qué maravilloso que tenemos un Dios que tiene un amor tan inmenso para nosotros!
Padre Marcos Hallinan, S.J.