April 24, 2016
Una promesa que ayudamos a realizar
“Esta es la morada de Dios con los hombres; vivirá con ellos como su Dios y ellos serán su pueblo.” ¿Cómo reconciliamos la belleza de esta promesa y la realidad fea de nuestro mundo?
El Dios en quien ponemos nuestra fe no es un Dios que mantiene una distancia segura de nosotros. En cambio, nuestro Dios es un Dios que literalmente ha caminado este mundo con nosotros. En Jesús, Dios ha experimentado todo lo que nosotros, como seres humanos, experimentan – la alegría, el amor, la vida familiar en toda su complejidad, la amistad, las celebraciones, membresía en una comunidad de fe con todos sus desafíos, la tristeza, la pena, la persecución, la injusticia, las dificultades, el abuso, la violencia y la muerte. La única cosa que Dios no compartió directamente fue el pecado, pero Dios experimentó el pecado indirectamente a través de todo lo que Jesús sufrió a manos de personas pecaminosas. Por lo tanto, Dios entiende la realidad completa de nuestras vidas y quiere seguir la transformación de este mundo que comenzó cuando Dios entró este mundo en la persona de Jesús. Aquí está donde nosotros, como discípulos de Cristo, enfrentamos nuestro desafió más difícil.
Jesús ya no camina en este mundo. En cambio, Jesús ahora tiene una gran multitud de discípulos. Como sus discípulos, tenemos que continuar el trabajo de sanar y transformar este mundo que Jesús comenzó para testificar al mundo que de hecho Dios mora con nosotros y siempre está con nosotros. Cuando satisfaces las necesidades materiales del pueblo de Dios, haces a Dios presente en nuestro mundo. Cuando cónyuges mantiene un vínculo del amor que es inquebrantable, el amor de Dios está presente en nuestro mundo a través de ellos. Cuando los jóvenes deciden vivir una vida libre de una dependencia de alcohol o drogas, deciden usar el don de su sexualidad responsablemente, y tratan a otras personas con respeto, ellos son los instrumentos de la presencia de Dios en nuestro mundo. Cuando tú decides perdonar a otras personas, y fomentar un espíritu de reconciliación, la misericordia de Dios es presente en nuestro mundo. ¿Si no parece que Dios mora en este mundo, es el problema con Dios, o con nosotros?
En esta temporada de Pascua, ¡que el mundo vea en nuestras vidas que Dios, en verdad, mora con nosotros!
Padre Marcos Hallinan, S.J.