June 5, 2015
En nuestra gran fiesta hoy del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, celebramos la manera especial que Jesucristo está presente con nosotros en el pan y el vino que son transformados en su cuerpo resucitado y sangre en cada Eucaristía – en cada Misa. ¡Que bendición y que desafío este don verdaderamente es!
El don del cuerpo y la sangre es una bendición especial para nosotros. Como católicos, creemos que en cada Eucaristía, en cada Misa, el pan y el vino que son ofrecidos por el sacerdote y los fieles, unidos en el nombre de Cristo, son transformados por el poder del Espíritu de Dios en el cuerpo y la sangre de Cristo Resucitado. Jesucristo nos alimenta con su propio cuerpo y sangre para profundizar nuestra intimidad con él y fortalecer nuestro discipulado en él. Como resultado, hay una dimensión interior y una dimensión exterior en nuestra recepción del cuerpo y la sangre de Jesucristo. Cuando recibimos el cuerpo y la sangre de Jesucristo en cada Misa, debería ser nuestro deseo explicito que profundizamos nuestra relación con Jesucristo – queremos unir nuestras vidas a la suya. Esta es la dimensión interior de nuestra recepción de su cuerpo y su sangre.
Si estamos profundizando realmente nuestra intimidad con Jesucristo a través de nuestra recepción fiel de su cuerpo y su sangre, entonces con tiempo nuestras vidas debería ser un reflejo más fiel de su vida. Otras personas deben ver en nosotros la encarnación de sus valores en nuestro mundo en nuestras vidas. Esto es la dimensión exterior de nuestra recepción del cuerpo y la sangre de Jesucristo. No es suficiente que recibimos su cuerpo y su sangre sólo con el deseo de profundizar nuestra relación con Jesucristo. Esto no es lo que Jesús deseó cuando nos dio este sacramento. Fue el deseo de Jesús que experimentamos una profunda intimidad con él para que pudiéramos él en nuestro mundo. Otras personas deberían ver en nosotros su compasión, su misericordia, su espíritu de inclusión, y su preocupación para los pobres y los marginados.
¡Siempre dé gracias a Jesús por la bendición de su cuerpo y su sangre y siempre busque la gracia que tú necesitas para aceptar el desafío de esta bendición – que seas Cristo en nuestro mundo!