July 8, 2018
“Te Basta con mi Gracia”
(2 Corintios 12:9)
Las palabras del Señor a Pablo: “te basta con mi gracia” tomadas de la
Segunda Carta a los Corintios siempre me han servido de consuelo. Es Dios mismo que se hace presente en nuestras pobres y a veces vidas fragmentadas. Sin embargo el contexto de las lecturas de hoy debemos buscarlo en la experiencia de fe que vivimos semana a semana en nuestra comunidad parroquial. Similar a esta experiencia quizá fue la de los paisanos de Jesús hasta que esté les sorprendió con su prédica y presencia. Ojalá en nuestras experiencias cotidianas nos dejemos tocar por Jesús que viene a nuestras vidas y se manifiesta de manera inesperada. Tanto Jesús como el profeta Ezequiel sintieron rechazo a su predicación en las lecturas de hoy. Jesús es rechazado por el simple hecho de haberse criado en medio de ellos. Sus paisanos NO pueden aceptar que alguien que tanto se les parece pueda enseñarles sobre las cosas de Dios.
Ezequiel no la tuvo fácil ya que predicó a gente que estaba en rebeldía con Dios hasta el punto de ser considerados por el profeta como “obstinados de corazón.” Quizá más consoladora es la experiencia de Pablo que reconoce que la gracia de Dios nos basta para superar nuestras debilidades. Pidamos tener la humildad de saber aceptar al otro que parece semejante a nosotros. El rol del verdadero profeta es hablar en nombre de Dios. Ezequiel lo hizo en tiempos de dificultad y a pesar de las múltiples críticas de sus contemporáneos siguió profetizando hasta el final de su vida. La fragilidad humana lleva al rechazo de las cosas y personas que hablan en nombre del Señor ya que son incapaces de llenar las expectativas de Dios para nuestras vidas.
En el Evangelio de Marcos la fe es el prerrequisito para obtener la sanación. Jesús no cura para que la gente tenga fe sino que sana a aquellos cuya fe es poderosa (fuerte). “Tu fe te ha salvado” son las palabras de consuelo para la mujer enferma por 12 años cuya historia escuchábamos la semana pasada. Sin embargo, el día de hoy Jesús NO cura a ninguno de sus paisanos porque carecen de fe (Marcos 6:5-6). Nuestra fe es la que posibilita que estemos abiertos a la gracia de Dios dispuesta a obrar en los que se abren a la misma.
El Papa Francisco nos invita a abrirnos a Jesús que viene nuestro encuentro en lo ordinario de todos los días; esto es en el pobre, en el enfermo, en el vecino o en el sacerdote de nuestra parroquia. Nos dice también el Papa que Dios nos habla en aquellos que encontramos a diario y en ellos y por medio de ellos Cristo quiere tocar nuestras vidas. Pidamos
la gracia de saber recibir a Jesús cada día y reconocerlo en nuestros paisanos sin dejar lugar al rechazo del que es nuestro prójimo.
Padre Hern
á
n, S.J.