May 13, 2017
La Gloria que Es Nuestra – Ahora y Para Siempre
Ustedes…son estirpe elegida, sacerdocio real, nación consagrada a Dios y
pueblo de su propiedad, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que
los llamó de las tinieblas a su luz admirable.
¡Una declaración maravillosa de la dignidad con la que Dios nos ha bendecido! Esto es quien somos. A través de nuestro bautismo en Cristo, compartimos en la vida del Cristo Resucitado aquí y ahora. Hemos elegidos por Dios para ser hermanos y hermanas en Cristo, discípulos de Jesucristo. Estamos llamados a compartir en el sacerdocio de Jesucristo por la ofrenda que hacemos de nuestras vidas a Dios. Somos miembros de una nación sagrada como somos unidos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo por bautismo, y unidos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo que ahora moran con él para siempre. Y ofrecemos nuestra alabanza a Dios porque nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable.
Esto es quien debería ser. Que lastima, no somos siempre fieles a nuestra identidad bautismal. No siempre vivimos en comunión con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Con frecuencia, no somos discípulos verdaderos de Cristo. A menudo, no somos sacerdotes verdaderos de Dios porque no hacemos una ofrenda autentica de nuestras vidas a Dios. En cambio, nos concentramos en nuestros propios deseos y ofrecemos a Dios sólo un poco parte de nuestras vidas. Cuando no somos fieles a nuestra identidad como miembros del Cuerpo de Cristo, no somos fieles a nuestro discipulado en Cristo, no somos sacerdotes auténticos de Dios, disminuimos el esplendor de la dignidad con la que Dios nos ha bendecido en nuestro bautismo.
Esto es quien seremos. Cuando no vivimos en fidelidad a lo que hemos recibido en bautismo, podemos buscar la misericordia de Dios. A través de su misericordia, podemos crecer en nuestra identidad bautismal. Podemos crecer en nuestro discipulado en Cristo y crecer en la ofrenda que hacemos a Dios como sacerdotes de Dios. En esta manera, cuando nuestra muerte viene, experimentaremos la plenitud de nuestra identidad bautismal para siempre.
¡Que esta temporada de Pascua sea una temporada de gracia para nosotros como nos hacemos las personas que Dios nos ha llamado a ser, como alcanzamos la gloria a la que estamos llamados por nuestro bautismo!
Padre Marcos Hallinan, S.J