May 1, 2016
Nuestro Modelo de Discipulado en Cristo
Tradicionalmente, mayo es el mes en el cual honramos la Santísima Virgen María. Debemos honrar María como la verdadera discípula que era y tratar de emular su discipulado en Cristo.
María era una mujer de oración. María era una adolescente, probablemente no más que 14 o 15 años de edad, cuando ella recibió la llamada de Dios que cambió su vida y el curso de la historia humana. ¡Remarcable! Un adolescente tuvo una relación con Dios tan profunda que ella podría escuchar el llamado de Dios a ella, luchar con esa llamada y responder a esa llamada con un don total de sí misma. ¿Cómo es su vida de oración? ¿Escuchamos a Dios especialmente cuando Dios nos pide lo que es difícil para nosotros? ¿Luchamos con lo que Dios nos pide? ¿Damos nuestro consentimiento completo a lo que Dios nos pide en el conocimiento que María tenía que Dios desea sólo lo que es bien para nosotros y para su pueblo?
María era una mujer de fidelidad. No podía haber sido fácil ser la madre de Jesús. María era un judío devoto cuyo hijo estaba en conflicto con los líderes del pueblo judío. María era una madre cuyo hijo fue el objeto de alabanza y vilipendio, aclamación y escarnio. María experimentó la detención de su hijo, su tortura, y su ejecución. A través de todo, María perseveró en fidelidad a su Hijo y a su Dios. Cuando enfrentamos dificultades, desafíos y luchas, ¿Oramos a María que nos ayude a perseverar en la fe como ella lo hizo? ¿Oramos a María que nos mantenga en fidelidad al camino de su Hijo?
María era una mujer de gran generosidad. Vemos esta generosidad en su “Si” a Dios, en su fidelidad a su Hijo y a su Dios, y en su perseverancia en fe. Ella dio todo de sí misma a Dios. ¿Nos atrevemos a orar a María que interceda por nosotros con su Hijo para que su Hijo profundice nuestra participación en su vida por nuestra fidelidad a él y al camino que nos mostró en su vida y su enseñanza? ¿Nos atrevemos a orar a María que nos ayude a dar de nosotros mismos más y más a Dios?
¡Qué María nos ayude a crecer en nuestro discipulado en su Hijo, Jesucristo!
Padre Marcos Hallinan, S.J.