December 23, 2015
Nuestra esperanza gloriosa
“Hermanos míos, ahora somos hijos de Dios, pero aún no se ha manifestado cómo seremos al fin. Y ya sabemos que, cuando él se manifieste, vamos a ser semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.” ¡Esta es una declaración de fe increíble!
“Ahora somos hijos de Dios…” ¿Somos? Sí y no. Sí, debido a nuestro bautismo hemos sido adoptados por Dios como hijos e hijas de Dios, hermanos y hermanas al único hijo de Dios, Jesús. Esto es si mismo notable. Dios, nuestro Creador, nos ve como sus propios hijos/hijas. Dios, el padre/madre ideal, nos ama con un amor que es incondicional, total, y siempre fiel. El amor de Dios para cada uno de nosotros es irrevocable. El problema es que no estamos siempre cómodos con la idea que somos hijos/hijas de Dios. Queremos creer que somos adultos independientes; las personas que no necesitan el consejo, la sabiduría y la orientación de un padre/una madre. Como resultado, algunas veces decidimos seguir un camino que no es fiel al camino que Dios nos ha mostrado nos conducirá a una relación más profunda en Dios ahora y la plenitud de vida con Dios después de nuestra muerte. Pecamos. Decidimos seguir nuestro propio camino en lugar del camino que fortalecerá nuestra relación con Dios y asegura nuestra salvación. La temporada de Navidad es un buen tiempo para buscar la gracia de vivir como hijos/hijas verdaderos de Dios.
“Vamos a ser semejantes a Dios, porque lo veremos tal cual es.” ¡Increíble! Si abrazamos nuestra identidad como hijos/hijas de Dios y aceptamos la sabiduría, el consejo y la orientación de Dios entonces nuestra muerte será nuestro paso a la presencia de Dios. Allí vamos a ser semejantes a Dios porque veremos a Dios cara a cara. ¡Piense en esto! Nuestra esperanza es que un día seremos abrazados por nuestro padre/nuestra madre amoroso y contemplaremos la cara de Dios como el amor radiante de Dios nos rodea. Tal vez, esta esperanza es tan extraordinaria que no podemos abrazarla completamente. Parece demasiado para entender o aceptar. Pero, ¡es un gran privilegio y bendición que tenemos esta esperanza! Es esta esperanza que debe animarnos a abrazar nuestra identidad como hijos/hijas de Dios.
¡En esta temporada de Navidad, abrace su identidad y viva en la gran esperanza que es nuestra!
Padre Marcos Hallinan, S.J