January 5, 2017
Nuestra Dignidad Espectacular
“…Dios envió a sus corazones el Espíritu de su Hijo, que clama, ‘¡Abba!’, es decir, ¡Padre! Así que ya no eres siervo, sino hijo; y siendo hijo, eres también heredero por voluntad de Dios.”
En su carta a los gálatas, San Pablo nos recuerde de la dignidad maravillosa que es nuestra como cristianos. Tenemos el privilegio de dirigirnos a Dios con la intimidad profunda como nuestro padre amoroso. Dios es el padre ideal que ama a cada uno de nosotros personalmente y sin condiciones. ¡No hay nada que hacemos en esta vida que puede separarnos permanente del amor de Dios – absolutamente nada! No importa a que distancia nos extraviamos de Dios, cuando estamos dispuestos a volver a Dios, nos encontraremos a Dios corriendo hacia nosotros con sus brazos abiertos para abrazarnos. ¡Piense en esta imagen! Si se siente lejos de Dios ahora debido a un error grande que cometió en su vida, o porque tiene dudas sobre el amor de Dios para usted, dudas que Dios siente cariño por usted, entonces habla con Dios ahora mismo. Dígale a Dios cuánto desea a Dios en su vida. Abra su corazón para sentir el abrazo cálido de Dios como Dios afirma su amor para usted, su tierno cuidado para usted.
Somos los hijos e hijas amados de nuestro Dios. No somos hijastros de Dios que Dios simplemente tolera. Somos hijos e hijas amados de Dios. Como hijos e hijas amados de Dios, somos herederos de la promesa. La promesa es esto. Si vivimos en fidelidad al Hijo de Dios, si tratamos de conformar nuestras vidas al enseñanza y ejemplo de Jesús, entonces confirmamos nuestra identidad como hijos e hijas de Dios, confirmamos nuestro deseo de recibir la herencia que es prometida a todos los hijos e hijas fieles de Dios – la vida eterna con Dios. La promesa de Dios es que si vivimos como hijos e hijas de Dios verdaderos entonces en la muerte Dios nos recibiré como su propio y le dará a cada uno de nosotros una parte de la vida eterna de Dios. ¡Qué maravillosa promesa! ¡Qué maravillosa fuente de esperanza para nosotros!
En este año nuevo, cada día trate de vivir como un hijo o hija de Dios auténtico para que pueda vivir también en la esperanza real y seguro que un día recibiré la vida eterna con Dios.
Padre Marcos Hallinan, S.J.