May 7, 2016
¿Es Cristo en Verdad Nuestra Alfa y Omega?
“Yo soy el Alfa y la Omega, yo soy el primero y el último, el principio y el fin.” Jesús es nuestro origen y nuestra destina. Este es la esperanza y el desafío de nuestra fe Cristiana.
En bautismo, cada uno de nosotros fue dado a Cristo por el Padre. Nacimos de nuevo en Jesucristo. Participamos en la vida del Cristo Resucitado aquí y ahora. Nuestro bautismo, por lo tanto, significa el principio de nuestra vida en Cristo. El objetivo de nuestra vida Cristiana es profundizar la vida de Cristo dentro nosotros a través de una vida de oración, de participación en los sacramentos, de reflexión sobre las escrituras, y a través de nuestros esfuerzos diarios de reflejar su vida en nuestras vidas. Todos de nuestras oraciones, todas de nuestras Misas, todos de nuestros reflexiones sobre las escrituras son sin merito, si no transforman nuestros corazones para que nuestras vidas se hacen un reflejo más fiel de la vida de Jesucristo. Otras personas tienen que ver en nosotros la compasión de Cristo, experimentan en nosotros la misericordia de Cristo, y encuentren en nosotros la bienvenida de Cristo. ¿Cómo bien reflejan nuestras vidas la vida de Jesucristo?
Si tratamos de crecer cada día en nuestra fidelidad a la vida y la enseñanza de Jesucristo, entonces cuando morimos, nuestra muerte será nuestro paso en la plenitud de vida con Cristo. Comenzamos nuestra vida con Cristo y nuestra vida terminará con nuestro paso en la vida eterna en Cristo. Es esta esperanza que debe darnos el deseo de profundizar nuestra relación con Cristo ahora para que no tengamos ningún miedo de muerte pero en cambio reconocemos que la muerte es nuestra victoria. En la Misa para los difuntos, todos los símbolos nos recuerden que comenzamos la vida en Cristo y vivimos en la esperanza que nuestras vidas terminarán en Cristo. Cuando traemos el cuerpo en la iglesia, lo bendecimos con las aguas de bautismo. Ponemos un paño mortuorio blanco en el ataúd como recordatorio de la ropa blanca llevada por los recién bautizados. Traemos el ataúd al cirio pascual – la luz de Cristo que fue encendido por la primera vez en la Vigilia de Pascua cuando celebramos la victoria de Cristo sobre la muerte. Comenzamos la vida en Cristo, hemos vivido nuestras vidas en Cristo, y ahora viviremos con Cristo para siempre.
¡Que Cristo en verdad sea nuestra Alfa y Omega!
Padre Marcos Hallinan, S.J.