September 23, 2018
“El que quiera ser el primero sea el servidor de todos” (Marcos 9:35)
En nuestra sociedad hemos caído en la competencia por el primer puesto que aun siendo niños lo que más se nos aconseja es buscar ser el número uno. Lo que no caemos en cuenta es que este modo de pensar nos lleva sin darnos cuenta a una sociedad de seres egoístas que piensan sólo en sí mismos y a quienes las oportunidades para otros no son más que meros peldaños en mi carrera para ascender. Como cristianos sabemos que esas actitudes van en contra del Evangelio y el modelo de servicio, amor y entrega total que nos dio Jesús hasta su muerte en la cruz. El Apóstol Santiago nos advierte sobre los peligros de los celos y de la ambición egoísta que pueden darse en nuestras comunidades. Podemos ver los efectos destructivos de los deseos ambiciosos en la primera lectura donde se nos habla de los juicios que preparan los malvados. Como si fuera poco los discípulos de Jesús también caen en la misma tentación cuando discuten entre si quién será el primero de todos. El Maestro termina la discusión enseñándoles que el que quiera ser el primero sea el servidor de todos. A veces pensamos que las guerras y los conflictos son inevitables en el mundo de hoy ya sea entre las naciones, grupos o individuos. Pero el Apóstol Santiago dice que no debe ser así. ¿De una manera retórica nos pregunta “de dónde vienen las guerras y los conflictos entre ustedes?... todo eso viene de nuestras pasiones,” dice el apóstol. Son las pasiones las que hacen desear lo que no tenemos y son capaces de tomar lo que no debemos. Este punto de vista es la fuente de la guerra y los conflictos dentro de nosotros mismos. Como cristianos estamos llamados a resistir estas pasiones, superarlas e idealmente reemplazarlas con la generosidad y empatía. Sólo así en lugar de conflictos tendremos la paz, uno de los signos de los tiempos mesiánicos. Los discípulos juegan un papel determinante en el Evangelio de Marcos, pero ellos son descritos como rudos de entendimiento a lo largo de este mismo Evangelio. De hecho Marcos enfatiza como los apóstoles no entendían el mensaje de Jesús y hasta le defraudaban con sus palabras. Un ejemplo es la manera mundana de pensar de Pedro a quien Jesús le reprendía en el Evangelio de la semana pasada (Marcos 8:33). Hoy en cambio discuten entre sí cuál es el mayor. Las palabras de Jesús a sus apóstoles 2000 años atrás nos vuelven a enseñar hoy que nuestro compromiso es ser servidores de todos especialmente de los más pobres desterrando toda forma de egoísmo y carrerismo aun entre los sacerdotes, obispos o religiosos. Que las palabras de Jesús nos hagan testigos de su Evangelio y a la vez sirvan de denuncia de todo los que nos aleja de él.
P. Hernán, S.J