November 16, 2014
¡El final está cerca! Nuestro año litúrgico concluye el próximo fin de semana con la Fiesta del Cristo Rey. Las escrituras de hoy, por lo tanto, nos hablan de los tiempos finales – el tiempo cuando seremos juzgados por cómo vivimos nuestras vidas.
“…El día del Señor llegará como un ladrón en la noche…Por tanto, no vivamos dormidos,
como los malos; antes bien, mantengámonos despiertos y vivamos sobriamente.” La verdad simple es que no sabemos cuándo vamos a morir. Jesús nos recuerde frecuentemente en los evangelios que todo lo que tenemos es el momento presente en el cual estamos vivos. No hay ninguna garantía que estaremos vivos cinco minutos de ahora, cinco horas de ahora, o cinco días de ahora. Todo lo que tenemos es el momento presente en el cual estamos vivos. Tenemos que tratar cada momento de nuestras vidas como algo precioso y no tenemos que perder las oportunidades que Dios nos da para
afirmar nuestra fe en Dios y afirmar nuestro deseo de vivir en conformidad a lo que Dios espera de nosotros como sus hijos e hijas.
¡No es fácil mantenernos despiertos y sobrios como San Pablo nos anima a hacer! Como seres humanos, podemos hacernos cansados del esfuerzo que se requiere de nosotros para vivir en fidelidad a lo que Dios espera de nosotros en cada momento de cada día. Con tantas demandas sobre nosotros, es difícil mantenernos despierto a todas las formas en las que estamos llamados a dar testimonio de nuestra fe en Jesucristo. Cuando descubrimos que nuestra energía espiritual está menguando, no estamos despiertos espiritualmente, esto es cuando necesitamos renovar nuestra oración y buscar los
sacramentos de reconciliación (confesión) y la Eucaristía para despertar nuestros corazones una vez más al deseo de ser fiel a lo que Dios espera de nosotros. Igualmente, es difícil mantenernos sobrio, es decir, es difícil evitar el riesgo de hacernos embriagados con los placeres de nuestro mundo para que no tengamos la capacidad y el interés de vivir las virtudes cristianas que deberían formar nuestras vidas – compasión, misericordia, generosidad de corazón y alma, una preocupación por otras personas
especialmente aquellos que son pobres y vulnerables.
¡Viva como si cada momento de cada día es verdaderamente importante – porque, de hecho, es!