June 3, 2018
CORPUS CHRISTI “Tomen este es mi cuerpo. Esta es mi sangre de la Alianza” (Marcos 14:22) Cada vez que nos reunimos a celebrar la Eucaristía, el sacrificio que hizo Jesús de su propio cuerpo y sangre, el sacrificio que todos estamos invitados a compartir, nosotros recibimos el preciosísimo Cuerpo y Sangre de Cristo. Por lo tanto nutridos con sus Cuerpo y con su Sangre estamos llamados a ser el cuerpo de Cristo haciendo presente su misión hoy. En la antigüedad la fuerza de las alianzas provenía de su pacto por medio de la sangre y reforzadas con un ritual. Así vemos que dentro de las múltiples alianzas del Antiguo Testamento, en el libro del Éxodo se explicita la alianza entre Dios y su pueblo escogido que fue sellada con la sangre de los animales sacrificados. En la Carta a los Hebreos vemos que Cristo es representado como un sumo sacerdote que ofrece su propia Sangre como ofrenda de la Nueva Alianza para nuestra redención. La Última Cena es la primera Eucaristía en el Evangelio de Marcos. Jesús comparte su propio Cuerpo y Sangre, la sangre de la nueva alianza. El continúa su sacrificio hoy en medio de nuestra asamblea. Para entender la Solemnidad de Corpus Christi me ayuda personalmente recordar una cena sencilla en las selvas amazónicas. Todos fuimos invitados a comer luego de la Misa. La única diferencia era que no había mesas y nos sentamos en piedras alrededor de una hoja cortada a forma de mantel. En medio de la comida pude hacer palpable la cercanía de Jesús con sus discípulos a quienes les ofreció su propio Cuerpo y Sangre. Al escuchar atentamente a nuestros hermanos y hermanas hacemos presente a Cristo ya que somos su cuerpo. La celebración dominical nos debe recordar que nadie se salva solo, todos nos salvamos en comunidad. Por esto nuestra fe en Jesús que es el pan que parte y se reparte debe mostrarnos como una parroquia viva y que está siempre dispuesta a recibir a todos los que llegan a sus puertas. El recuerdo de la primera Eucaristía no fue escrito para reportarnos un evento histórico como tal. Ese evento histórico es un modelo para todos los tiempos. Cuando Marcos escribió su Evangelio cerca del año 70 AD, los cristianos ya celebraban la Eucaristía cada vez que se reunían. Hoy la Misa se ha convertido en un ritual más allá de la celebración querida por Jesús cuando les dio a los apóstoles a comer su propio Cuerpo y Sangre. Al igual que la Iglesia primitiva celebraba la Santa Cena, hoy nosotros, los nuevos discípulos del Señor, estamos llamados a recibir a Cristo en nuestro cuerpo para ser los portadores de su misión de redención y esperanza para todas las gentes especialmente para aquellos que viven en la desesperanza. Comamos todos de un mismo Pan y bebamos todos de una misma Copa hasta que vuelva. Padre Hernán, S.J. “La Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles; para los pecadores es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a caminar” (Papa Francisco).