September 18, 2015
¿Controlamos nuestras pasiones o nos controlan nuestras pasiones?
En la primera escritura de hoy de la carta de Santiago, el autor nos invita a reflexionar sobre lo que está dentro de nuestros corazones. ¿Prestamos atención a las modas que nuestras pasiones y deseos pueden controlarnos y hacen daño a otras personas?
Hay un mandamiento que 99.9% de las personas creen que ellos no tienen ningún riesgo de violar – el mandamiento, ‘no matarás.’ Pero, Jesús nos dice que lo que este mandamiento requiere es que no odiamos nuestro hermano o hermana porque este odio puede resultar en violencia contra nuestro hermano o hermana. En una manera similar, el mandamiento ‘no cometerás adulterio’ significa más que no tener una relación con alguien que no sea su cónyuge. Requiere que su corazón sea enfocado exclusivamente en su cónyuge y no haya ninguna alienación de su afecto en su corazón a través de deseos lujuriosos. Esto es muy importante en una época de pornografía en la computadora. El punto es que debemos prestar atención a los deseos y las pasiones de nuestros corazones para que podamos controlarlos adecuadamente y los dirigimos en una manera que es saludable para nosotros y no hace ningún daño a otras personas.
El autor de la carta de Santiago hace el mismo punto en nuestra segunda lectura de hoy. El autor enfatiza que las pasiones desordenadas crean desorden. Cuando nuestros deseos sexuales se convierten en lujuria, podemos hacer daño a otras personas cuando las usamos para satisfacer los deseos de nuestras pasiones. Cuando guardamos rencor u odio contra un hermano o una hermana, puede crear conflictos que se hacen violentos en palabra u obra. Cuando hay avaricia en nuestros corazones, podemos hacerse deshonestos en nuestras relaciones con otras personas, explotar a otras personas, y no hacemos caso de nuestra obligación de ayudar los necesitados. Cuando somos egoístas, ponemos nuestros deseos antes de las necesidades de otras personas y no tenemos ninguna empatía para otras personas. ¿Tratamos de controlar las pasiones y los deseos de nuestros corazones?
Que todos nosotros aceptemos nuestra necesidad de una conversión continua para que nuestros corazones no sean controlados por nuestras pasiones y deseos desordenados pero en cambio sean formados por el amor de Cristo.
Padre Marcos Hallinan, S.J.