February 12, 2016
¿Confirman nuestras vidas nuestra proclamación de la fe?
En su carta a los romanos, San Pablo declara que “todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.” Pero en el evangelio Jesús ofrece una estipulación importante a esta declaración.
Para San Pablo, el corazón de nuestra fe cristiana es nuestra proclamación del Cristo Resucitado como nuestro Señor y Salvador. Él es la fuente de nuestra salvación. San Pablo enfatizó este punto debido a su experiencia como un judío devoto. Como un judío devoto, San Pablo obedeció la ley judía muy estrictamente y creyó que esta ley era el camino hacia justificación ante Dios. Un judío devoto encontró el camino de salvación en conformidad a todos los ritos, las rituales, y los requisitos de la ley judía. Con su conversión al cristianismo, San Pablo reconoció que Jesús era la única fuente de salvación. San Pablo pensó que era necesario recordar a sus compañeros en Cristo, los judíos-cristianos específicamente, que la ley judía ya no era la fuente de salvación. La fuente de su salvación ahora era su profesión de fe en el Cristo Resucitado. Por lo tanto, San Pablo declara: “todo el que invoque al Señor como a su Dios, será salvado por él.” San Pablo es correcto en esta declaración pero Jesús nos ofrece una estipulación importante que tenemos que considerar cuidosamente.
En el evangelio según San Mateo, Jesús declara, “No todo el que Me dice: ‘Señor, Señor,’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre…” Comenzamos con nuestra proclamación de fe en el Cristo Resucitado como nuestro Señor y Salvador. Pero el próximo paso es que demostramos nuestra fe por la manera en la cual vivimos nuestras vidas. Traicionamos nuestra proclamación de fe en Jesucristo como nuestro Salvador y Redentor si no manifestamos en nuestras vidas la misma compasión, la misericordia, la generosidad, y el espíritu de inclusión de todos de Jesús. Esto es el desafío que todos nosotros enfrentamos como cristianos. Tenemos que vivir en una manera que apoya, no contradice, nuestra proclamación de fe en Jesús como nuestro Señor – la fuente de nuestra salvación.
La Cuaresma nos ofrece una buena oportunidad de examinar nuestras vidas. ¿Reflejan nuestras vidas una proclamación autentica de la fe en el Cristo Resucitado como nuestro Señor y Salvador?
Padre Marcos Hallinan, S.J.