May 20, 2018
Domingo de Pentecostés
“A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común” (1 Corintios 12:7) La Solemnidad de Pentecostés nos recuerda los 50 días que los apóstoles tuvieron que esperar para recibir el don del Espíritu. Que alegría para nosotros celebrar esta fiesta y recordar que hemos recibido el Espíritu desde el día mismo que fuimos bautizados. San Pablo nos recuerda que “A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común.” Hoy que celebramos Pentecostés estamos llamados a proclamar con nuestras vidas y acciones los frutos de este espíritu que nos da la vida. Nos dice la Escritura que la fuerza del Espíritu se manifestó en un viento fuerte y en lenguas de fuego. Hay más de una versión en los Hechos de los Apóstoles que nos hacen referencia a la venida del Espíritu, primero a los 12 y también a una multitud de discípulos reunidos en oración. Es interesante notar que es el mismo Espíritu que desciende en los apóstoles, María la Madre de Jesús y María Magdalena. Desde un principio el Espíritu se manifiesta no sólo en los hombres sino también en las mujeres, en los apóstoles y en los laicos. En este contexto debemos entender la segunda lectura donde San Pablo habla de la acción del Espíritu en todos los cristianos. Para Pablo es gracias al Espíritu confesamos a Jesús como Señor. Es gracias al Espíritu que existen en la comunidad cristiana diversidad de ministerios y funciones. Y, gracias al mismo Espíritu, en la comunidad cristiana no hay diferencias motivadas por la religión (judíos ni griegos) ni las clases sociales (esclavos ni libres). En definitiva, todo lo que somos y tenemos los cristianos es fruto del Espíritu, porque es la forma en que Jesús resucitado sigue presente entre nosotros. La venida del Espíritu viene acompañada de los siete dones de sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Para Lucas, autor de los Hechos, la venida del Espíritu no es sólo una experiencia personal y privada, sino de toda la comunidad. Al mismo tiempo, se vincula estrechamente el don del Espíritu con el apostolado. El Espíritu no viene solo a cohesionar a la comunidad internamente, sino también la lanza hacia fuera para que proclame «las maravillas de Dios». De allí que a nuestra Iglesia nos toca vivenciar los siete dones en todo lo que hacemos y decimos. En palabras del Papa Francisco: “El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo que luchen contra el pecado y la corrupción. Que vivan su fe como servicio y no basados en el interés personal. Hombres y mujeres llenos del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia propios de los discípulos de Cristo. El mundo necesita los frutos del Espíritu Santo que han sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz”. Finalmente recordemos que fue la fuerza del Espíritu la que hizo salir a los discípulos de su encierro en el cenáculo y les llenó de la fuerza para ser sus testigos y bautizar hasta los confines de la tierra.
Padre Hernán, S.J.